Ana no
podía creer lo que estaba viendo, ante ella se encontraba una figura de una
mujer que había extrañado todo este tiempo. Lágrimas comenzaron a aparecer en
sus ojos y su cuerpo comenzó a correr al encuentro de la señora quien, al
voltear, la recibió con una enorme sonrisa. Estaba de vuelta con su abuela.
¿Cómo
era posible? Había pasado ya dos años desde su muerte y aquí la tenía
nuevamente a su lado. Se aferró a su cuerpo, aspirando su esencia, como si
luego del abrazo volviera a desaparecer. Su cuerpo temblaba cuando se sintió
correspondida ante el abrazo y comenzó a sollozar en el hombro de su querida
abuela.
–¡No
me vuelvas a dejar, por favor!
–Tranquila,
hijita, aquí estoy. No me iré de tu lado.
Así las lágrimas continuaron hasta que sintió una tranquilidad y seguridad de esa amada mujer.
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