Parece que va a llover y he olvidado traerme un paraguas, olvidé recoger la ropa del patio, olvidé tapar la bicicleta con el toldo. Tengo tantas cosas en la cabeza que, a pesar de haber escuchado las noticias del clima esta mañana, olvidé todo respecto a esta lluvia. Suspiro fuerte y vuelvo a fijar mi mirada al suelo, igual ya nada de eso importa porque lo único que deseo es que mi perro se recupere.
No sé cómo sucedió, me culpo a mí misma
por no haber sido más cuidadosa. Es difícil mantener una mascota recogida, en
especial sabiendo que no es la única que tengo en casa. Estudiar, trabajar,
cocinar, y darles de comer, pasearlos, alimentarlos, todo ha sido caótico. Sé
que muchos en el vecindario detestan a mi perro, no voy a mentir, es un perro
que está lejos de ser perfecto. Ha confundido lealtad y protección con
agresividad. No permite a nadie cerca de la casa y eso me ha traído varios
problemas, muchas amenazas que temo que esta vez se hayan cumplido.
Está triste, decaído, no quiere comer ni
beber agua, sólo está echado y aunque no se queja temo que esté sufriendo y lo
más frustrante es que no puedo hacer nada. Tuve que salir en estos momentos
para comprarle unas medicinas que mandó el veterinario, placebos más que nada,
porque el doctor fue sincero conmigo, jamás había visto algo así en un animal.
¡Qué frustrante era escuchar eso! Que el mismo profesional no sepa qué hacer en
esta situación, sólo demuestra lo jodida que está.
Acepto el vuelto de la chica que me
atiende y empiezo mi camino de regreso a casa, sintiendo la ligera garúa que
empaña mi visión. La impotencia de no saber qué hacer es abrumadora, quisiera
que todo esto fuera un mal sueño o que milagrosamente mi perrito se cure. Sé
que ninguna de las dos cosas es posible. Las gotas resuenan más fuertes contra
el asfalto y la gente ya apresura su paso o busca cubrirse con algo, yo no. No
me importa, igual tendré que ir a casa a recoger la ropa y acomodar la
bicicleta.
Envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo
para sentir algo cálido mientras sigo caminando, dejo que las lágrimas empapen
mi rostro para que pasen desapercibidas con las gotas que me cubren. Quizá
muchos no lo entiendan, para otros sea algo tonto y muchos más sólo lo hacen
por moda, pero el vínculo entre un amo y su mascota es una de las cosas más
valiosas que alguien puede tener y el percibir la posibilidad de perderlo es un
dolor que afecta hasta lo más profundo.
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